Isto é o que nos din os expertos sobre estas bágoas de crocodilo:
Naiara Galárraga, “La ministra que llora”,
(http://blogs.elpais.com/mujeres/2011/12/el-tan-mediatico-llanto.html#more)
Los expertos en política y en comunicación saben bien (también los periodistas y, por supuesto, los fotógrafos y cámaras) que el llanto es extremadamente mediático. Cuanto más poderoso es el protagonista, mayor es el atractivo. Las lágrimas de la ministra Elsa Fornero se han convertido en el icono del durísimo plan de ahorro italiano, que posiblemente por esLa ministra Elsa Fornero. PIER PAOLO CITO (AP)o será mucho más recordado que los de Grecia o Irlanda. Pero, entrando en detalles, los especialistas discrepan sobre el significado de esas lágrimas, sobre cuán reales eran y sobre las consecuencias que tendrán, si las tienen.
Lo que más ha llamado la atención de Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación, sobre la escena del domingo es el contraste entre el comportamiento de la ministra de Trabajo y el del primer ministro, el también tecnócrata Mario Monti. “Uno puede romper a llorar por motivos muy diversos. Yo no sé si en esta ocasión es por tristeza o impotencia, pero en todo caso refleja una sensibilidad y un dolor que humaniza a quien debe tomar las duras decisiones. Es justo lo contrario que Monti, que permanece casi impasible e insensible a las lágrimas de su colega. La escena es de una frialdad extrema”, recalca el también autor del blog Las formas son fondo en elpais.com.
Otro efecto, en opinión de este experto, es que con su lloro la catedrática Fornero hace más creíbles las medidas que anuncia y las refuerza, justifica la necesidad de tomarlas. Explica Gutiérrez-Rubí que, a partir del momento en que se le quiebra la voz, es como si dijera al público “mira si será difícil que hasta la ministra rompe a llorar”. Este especialista sostiene que esas lágrimas ponen más el acento en quien decide y aplica las medidas (de ahorro) que en quien las sufre.
Aunque hayan dado la vuelta al mundo y protagonicen un gran debate, esas lágrimas no harán cambiar de opinión a quienes escucharon a Fornero, sostiene Luis Arroyo, presidente de la Asociación de Comunicación Política. Es decir, explica Arroyo, “un pensionista contrario a los ajustes, u ofendido por los ajustes, verá en el llanto una impostura y el que esté de acuerdo lo verá como un argumento que justifica el coste de hacer este sacrificio”. Y ¿serían distintas las reacciones si la señora Fornero hubiera sido el señor Fornero? Arroyo cree que no. “No estoy convencido de que hoy en día el hecho de ser mujer sea un factor determinante en la percepción”, afirma tras criticar una idea antaño muy extendida: “No estoy de acuerdo con los que dicen que las lágrimas de una mujer denotan debilidad y las de un hombre, sensibilidad”.
El psicólogo social Guillermo Fouce tiene muy claro cuál es el mensaje tras el gesto: “Compadeceos, entendednos, acompañadnos”, le pedía la ministra a los italianos. “Otra cosa es que el llanto sea real. Me parece que había bastante de puesta en escena, aunque habría que tener más información para saberlo con certeza”. Fouce, profesor de la Universidad Carlos III, está convencido de que si el lloroso hubiese sido un hombre o un político profesional, no una catedrática, la percepción del mensaje habría sido bien distinta.
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